Gustavo Moncayo – el Forest Gump colombiano

auf deutsch | in english | en français

Al leer por primera vez en los periódicos acerca de Gustavo Moncayo he de pensar en la película “Forest Gump”. La historia conmovedora de un hombre que corre y corre y corre.

El diez y siete de junio partió Gustavo de su pueblo Sandoná en Nariño (sur occidente de Colombia) rumbo a su meta Bogotá, a más de mil kilómetros de distancia, donde arribó luego de cuarenta y seis días de extensas marchas.

Su hijo, secuestrado hace casi diez años por las FARC, es la fuerza que lo lleva a emprender este viaje lleno de aventuras. En diciembre de 1997 las FARC atacan una repetidora del ejército colombiano en el departamento de Nariño. Mueren diez soldados, cuatro son heridos y diez y ocho jóvenes militares son secuestrados. Entre ellos también Pablo Moncayo. En 2001 son liberados diez y seis rehenes de este grupo, gracias a un acuerdo entre el gobierno y las FARC, en intercambio por catorce guerrilleros enfermos. Pablo no está entre ellos. Hasta hoy él le rehén que lleva más tiempo en poder de las FARC.

“Estamos cansados de tanto engaño, han pasado casi diez años en búsqueda de la liberación de los secuestrados”, dice el padre de Pablo.

Inició su camino solo en la compañía de Yuri, su hija menor, pero a los pocos días ya se les habían unido numerosas personas: antiguos rehenes, familiares de secuestrados y gente que deseaban demostrarle a Gustavo su solidaridad los acompañaron. Pueblos enteros salieron a las calles a su arribo, mucha gente los apoyó con alimentos y alojamiento, algunos otros solo deseaban una foto con Gustavo.

El “caminante por la paz” se ha convertido en símbolo por una solución humanitaria del conflicto y en la bandera de la esperanza para muchos colombianos. Su objetivo es llamar la atención del gobierno y de las FARC hacia la urgencia de una liberación de los rehenes. Él exige que esta sea por medio de una solución humanitaria es decir negociada.

Al llegar a Bogotá recibe él un apoyo enorme, el cual crea presión sobre el mando político, mas no sobre las FARC. Por eso su camino ha de seguir hasta donde igualmente las FARC sean obligadas a escucharlo. En un comienzo era la intención de Gustavo permanecer en la Plaza Bolívar hasta que se liberara a su hijo. Pero se ha hecho evidente que aquí él le habla solo a una de las dos partes involucradas.

Las FARC aparentemente solo responden a presión internacional, en especial a la europea. Gracias a una buena gestión de relaciones públicas durante años en este continente ellos lograron crear la idea de ser los representantes legítimos del Colombianos común, de la amplía mayoría en el país. Así que Gustavo marchará según planes en septiembre de Bruselas a París. Su caminata he de crear conciencia en la opinión pública de Europa, que los Colombianos son gente que aman la paz y hablan en el asunto de la liberación de los rehenes por si solo. Las FARC han de ponerle la cara a las propuestas y dar a conocer cuando liberarán a los secuestrados